Opinion: Una Nación organizada en Estado libre e independiente
Por Hector Luis Feliz
En el día de ayer se conmemoró el 161 aniversario de la guerra restauradora, que tuvo lugar en la región del Cibao, con "el grito de capotillo” el 16 de agosto de 1863, cuando un grupo de patriotas liderado por Gregorio Luperón y Santiago Rodríguez, decidieron, de manera valiente y audaz, reivindicar la constitucionalidad dominicana, qué años posteriores nos habría dado tanta lucha de conseguir, luego de tantos procesos de subyugación y maltrato por parte de fuerzas extranjeras hacia nuestra nación.
La Restauración Dominicana, más que un hecho histórico, que como símbolo dogmático transciende generaciones, es un ejemplo de lo que significa la resistencia, la unidad y el valor en la defensa de la soberanía. Nos recuerda cada 16 de agosto, el costo invaluable que como nación tuvimos que pagar, para recobrar nuestra identidad nacional, que se habría perdido, por el capricho y mal manejo de unos pocos… Nos recuerda, además, que la libertad no es un regalo ni una casualidad, sino todo lo contrario, es el resultado de la lucha incansable de un pueblo que se niega a aceptar la opresión y el maltrato burdo de cualquier otra potencia extranjera.
El pueblo dominicano ha demostrado ser, en todo el transcurso de su historia, una nación aguerrida, capaz de sobreponer los intereses nacionales por encima de su propia vida. Cada aniversario de la guerra de la restauración, debería ser un Baluarte a cada uno de esos valientes que, con entrega, audacia y sentido patriótico, han derramado su sangre por el presente y el futuro de nuestra nación.
Más que un recordatorio “tibio” consuetudinario que se celebra en el país, y que cada 4 años coincide, como de costumbre, con la toma de posesión de las nuevas autoridades que han de juramentarse ante la asamblea nacional; debería ser una fecha en la que se reivindique el espíritu valiente y la buena voluntad conjunta de todos los dominicanos, unidos siempre —¬aunque con diferencias ideológicas, políticas o de otra índole— por una causa común que fue, es, y seguirá siendo siempre, el respeto a nuestra soberanía y el apego a la constitucionalidad, que como garante de un buen estado de derecho, constituye la piedra angular de lo que el artículo primero de nuestra constitución define como: “El pueblo dominicano constituye una Nación organizada en Estado libre e independiente, con el nombre de República Dominicana”.
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