Titulares

Hipocresía interesada de Amnistía Internacional

 


Por Hector Luis Feliz 

La historia dominicana ha estado moldeada de múltiples situaciones engorrosas que ha forjado nuestra identidad como nación y nos han separado socioculturalmente de otras culturas, que por nuestra condición geográficamente compartida, hemos tenido que convivir mezclados históricamente mas no revueltos, como pronuncia el adagio popular.  

Históricamente está demostrado —y lo digo fuera de todo sesgo— que de esta combinación de cultura en la isla, llamada en principio La Española, los más sacrificados permanentemente hemos sido los dominicanos. Nos ha tocado defender con sudor, sangre y esfuerzo nuestro territorio de los invasores, que con intereses marcados han querido doblegar nuestra gente y adueñarse de nuestra tierra; pero como pueblo valiente —de hombres y mujeres decididos a entregarlo todo en protección de nuestros derechos inalienables— hemos luchado y triunfado por encima de toda fuerza llámese como se llame. 

Nuestro vecino país Haití, desafortunadamente, en los últimos años y por culpa de su oligarquía gobernante, ha ido cada vez de mal en peor... Haití, que es un pueblo de personas humildes y trabajadoras, ha sido víctima de un sistema político que se beneficia del crimen desgraciado, que estas personas cada día viven en su país. A modo de supervivencia —como lo haría cualquier especie animal, vegetal o bacteriana— emprenden la huida en busca de un porvenir mejor, y su destino primario —por una razón materialmente entendible— es República Dominicana, que de manera solidaria le auspicia y brinda apoyo humano desinteresadamente, sacrificando incluso, de manera involuntaria, los recursos que no les sobran a los dominicanos.

Estoy convencido que ningún otro país latinoamericano, o de donde fuese, ha hecho tanto por Haití como nos ha tocado hacer a los dominicanos. Sin embargo, somos a quienes más “irónicamente” se les exige; que detengamos las deportaciones de indocumentados que a diario violan nuestro territorio; que regularicemos a los apátridas que están en nuestro país; que apliquemos la sentencia 168-13, etc., ignorando las consecuencias subyacentes que tendrían todas estas exigencias para nuestro país. Pero, tenemos para decirles que se equivocaron. Nuestros intereses como nación se impondrán, en todo momento, por encima de lo que otro quiera. 

Amnistía Internacional ha estado acusando a república dominicana respecto de los nacionales haitianos; que no se le deben violar los derechos fundamentales; que en el país existe violencia raciales contra los haitianos y muchas otras cosas más, que el gobierno dominicano, dicho sea de paso, debe hacer eco y responder de manera contundente a estas acusaciones tan desafortunadas y carente de sentido histórico, que tanta repercusiones negativas podrían tener para el país, viniendo, sobre todo, de un organismo como este. 

A modo de información me permito señalarles, señores de Amnistía Internacional, que en República Dominicana el 35% de los partos registrados que se realizan en los hospitales son de indocumentados haitiano; de igual forma, el 6.5% de los estudiantes, alrededor de 147 mil son de nacionalidad haitiana; del mismo modo, un poco más del 28.82 de los trabajadores de la construcción son, de igual forma de nacionalidad haitiana. Estas cifras son verdaderamente alarmantes y en ningún país del mundo ocurre algo igual. Y, aun así, seguimos siendo los victimarios, los que explotamos a los haitianos, los que los obligamos a hacer trabajos forzosos, los que los discriminan... No hay nada más falso y poco documentado que todas esas acusaciones tenues de este organismo llamado a proteger los derechos de las personas, sobre todo el derecho a la vida que cada día se viola en la franja de gaza, dónde cada 24 horas, mueren o resultan heridos más de 400 niños en el conflicto bélico protagonizado entre Israel y Palestina; y por alguna razón, necesariamente de índole financiero, Amnistía Internacional no dice, pero mucho menos hace, algo al respecto. 

El país debe estar alerta en relación de estas cifras, que son de alta preocupación dadas las implicaciones económicas que tienen para el país. También es preocupante lo que significa esta situación, a modo particular, para cada dominicano que se ve afectado su acceso a estos servicios básicos, dado el crecimiento poblacional de los extranjeros, sobre todo indocumentados haitianos. 

Señalar que “como en el procedimiento de emergencia de los aviones, cuando las mascarillas de oxígeno bajan, primero hay que procurar ponerse la mascarilla personal y luego ayudar a otro a ponérsela”. Esto significa, que los dominicanos no podemos incomodarnos para acomodar a otros. Nuestros estudiantes no pueden quedarse en casa dos, tres, cuatro semanas porque no hay cupos en las escuelas, muchas veces por la alta matrícula extranjera. Tampoco considero justo que nuestras madres vayan a dar a luz a los hospitales y tengan, de emergencia, un turno posterior para alumbrar porque las salas de parto están ocupadas, como cada día acontece en el país; y esta es una realidad que nos afecta a todos.




No hay comentarios